No me quiero ir de Santiago, Sr. Stark

 Aún no.

Cuesta mucho deshacerte de la seguridad alcanzada.

De la vida encontrada.

Del fluir por fin, luego de dos años.

Siento que no me toca irme. O mejor dicho, que me toca  quedarme. Aunque como dijo mi psicóloga, tal vez sea descubrir que esta sensación es que tengo miedo de enfrentar mi realidad.

Y aunque esta SEA una parte, México es MI realidad.

Hoy Gema me ha dicho que para trazarme camino, pues naturalmente tengo que saber qué quiero o qué deseo. Y pues eso, no sé ni qué quiero, ni qué deseo. Sólo sé que lo mismo, NO.

Hoy sentí nostalgia. Aunque no me he ido siento como si ya las maletas (aunque a fuerza)  estuvieran hechas.

No quiero avanzar. Pero tmb es ese miedo y el autosabotaje que no me dejan.

Por ejemplo, ahora mismo pienso en cerveza. Como si no hubiera otro día para beber; como si no hubiera perdido tantas tardes ya.

Tengo que quietarme ya de este barranco de pérdida.

Y dejar de sentirme perdida.

He encontrado que he pasado tanto tiempo en este valle del vacío que me desconocí y fue como si viviera flotando, renegando, fantaseando con el fracaso y eso precisamente es lo que he encontrado.

Tengo que trazarme tantas metas cortas y propósitos diarios...

y ahora ya estoy al menos en camino.

Aun apenas en la puerta de salida, pero ya erguida. Algo es algo.

Y vuelvo: no sé qué quiero. Pero lo mismo NO.

¿Será que me da miedo decidirlo?

O es que ya lo he hecho pero me da miedo enfrentarlo...

Una cosa es segura. Sé que tengo capacidad.

Debo recuperar mi confianza. Pero tengo capacidad. Aún dormida... pero LA TENGO.

Algo es algo. Y con eso por hoy, me quedo.

Algo me jala a estar aquí. A permanecer aquí. O tal vez, mejor dicho, a regresar.

Espero sea vivir y no huir.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ser adulto es aprender a llorar con horario.

Terminando, pasando y soltando.