Ayer me desnudé

Desnudé mi alma...
supongo que quería hablar...
que quería hablar con alguien por primera vez.

Con una persona que no conociera nada de mí,
y que yo, a su vez, no conociera nada de ella.

Supongo que quería hablar.
Supongo quería ser escuchada.
Supongo no quería ser juzgada.
Supongo que, lo necesitaba.

Supongo para no pensar,
pienso para no suponer,
actúo para tener
y tengo para ser.
Soy.

Fue una plática donde parecera que se dieron cuenta que soy humana y así me nombraron no con obviedad, sino con extrañeza, por primera vez en mucho tiempo.
Fue raro.
Soy de carne y hueso. Y no es la primera vez que algún otro me atavia con un bello estuche, brillante y frío, intacto, intachable, puro... inalcanzable.

Algo que yo creía de mí misma es que soy admirable... ayer fue confirmado, no sabía cuánto.
Estar en una plática por primera vez con alguien que te admira tanto, lejos de elevar el ego,
te nutre mucho cuando vas sin pretensiones.
Esa fascinación en sus ojos es algo que me desoncierta todavía.

Me di cuenta que quería hablar,
que quería llorar,
que quería que me escucharan.
Pude hablar de mí, algo que no hacía en mucho tiempo.

Hablar de mí, no de lo que soy para otros, de mi título, de mi profesión, de mi rol, de lo que pienso sobre alguna cosa o persona... no de lo que tengo y es visible para otros, sino de lo que en realidad siento.

Y eso es algo que me conmovió, como hace mucho no.
Me conmoví.
Ilustré y me ilustraron.

Me fascina conocer gente por primera vez. Porque vas sin pretensiones, sin fines, sin nada más que tú.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ser adulto es aprender a llorar con horario.

Terminando, pasando y soltando.