tal parece

que cuando las cosas salen como uno las quiere, también se tornan de alguna manera problemáticas.
Hablando de fé y merecer,
ni la una ni la otra.
Yo corro, tú apenas gateas y ya quieres correr conmigo.
Me haces confundir intensidad con deseo.
Eso no está cool.
Aunque el sentimiento de una fierecilla que no quiere ser domada me ha pasado en la mayoría de mis relaciones, digamos que esta insipiente me saca un poco del esquema.
Sigo dándole vueltas al espiral y tú me demuestras que ya te pegaste como chicle, no importando si te pongo hielo como viejo remedio para ver si te endureces y terminas por caerte.
No es esa mi intención.
No es ese mi deseo.
Sin embargo, pido -y quiero- espacio...
Simplemente sigo en el:
Sé que no debo, pero sí quiero.
Sé que me gustas, y por ser mayor me desespero.
Sé que te gusto, y me paniqueo.
Tú tan determinado y guapo, y yo tan dubitativa y guapa.
¿MANCUERNA?
todo se resume a un
no sé,
no sé,
no sé y
n o
s é...

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