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ese día le preguntó qué pasaba por su mente,
puesto que la mujer que tenía enfrente no era nada comparado a la que ella conocía.
no había pláticas,
no risas,
no miradas de complicidad...
ni mucho menos una sobremesa descente.
nada...
sólo un bulto enorme que de vez en cuando cambiaba de lugar.
ni sus tenaces comentarios,
bromas con un toque de humor negro y otras un tanto agresivas la hacían reaccionar.
un ultimátum dio la pauta al cambio...
se levantó, se bañó -como no lo hacía en días- y se arregló.
de verdad esto le levantó el ánimo y más cuando salió a respirar el aire que aunque no tan fresco era mejor que cualquier brisa colada en el cuarto donde pasaba hasta ese momento, sus días mirando el espejo desde la cama, enmedio de la habitación.
(...)

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